Adentrándose
Un lunes de diciembre de este año que jamás olvidaremos. Me visita el atardecer mientras tomo unos mates del litoral argentino en el invierno de la Costa Dálmata. Planeaba escuchar tango. Pero, como esas veces cuando no quiero leer en silencio absoluto, o porque aún sin whisky el jazz me ayuda a organizar un poco mis ideas, me visita el gran Coltrane a quien lo cito en mi mesa. Pongo la bombilla en mi boca y escucho el saxo y estamos así los dos haciendo distintas músicas con nuestras bocas, o en realidad tan sólo le imito en silencio.
Este año que prometía ser un buen año. Cuando parecía que muchas cuestiones finalmente se acomodaban el mundo se detuvo. Aquel contrato editorial en Madrid, aquella presentación en Buenos Ayres, la concreción de unos viajes postergados y nuevos proyectos… El mundo cambió por un virus, o por la utilización de su temido nombre, o por las acciones de los tantos torpes gobernantes de este planeta.
Los proyectos de todos quedaron en suspenso. Aquellos que estamos acostumbrados a vivir haciendo sentimos que nos pusieron en penitencia, como en la escuela.
Este año se llevó al gran padre que yo tuve. Luego se llevó al padrino literario que tanto marcara mi destino: Luis Eduardo Aute. Inmediatamente después también se llevó al padre de un amigo que fuera un otro padre. No, no se los llevó ningún virus, sino aquella señora que nos espera toda nuestra vida hasta quitárnosla.
Encontrar algunos de los versos que me hayan satisfecho o que les tenga un particular cariño. Que sean poesías que sin esconderme pueda decir “fui yo”, que soy el padre de “esas rimas”.
Responsable de estos versos: fui yo.
Primera Edición
Split, diciembre MMXX
(A veces le agrego alguna cosita nueva)
Tin Bojanic
